El edificio


Ahora toca hablar del edificio. Aunque Fernando de Valdés Salas falleció en 1568, las obras no pudieron comenzar hasta años después. El primer paso debía ser elegir un solar, que según la Partida Segunda de alfonso X el Sabio, debía situarse fuera de la villa (para no dar lugar a disputas entre alumnos y lugareños).

En 1572 se decidió construir junto al colegio de San Gregorio. De esta manera pudieron comenzar las obras, siguiendo las trazas del maestro Rodrigo Gil de Hontañón, un gran arquitecto que además había sido maestro mayor de la Universidad de Salamanca. Además, también intervino en la fachada de la Universidad de Alcalá, por lo que ya había conocido a Valdés gracias a la fundación de Cisneros.

Las obras comenzaron 2 años después, en 1574. El arquitecto nombró maestro mayor a Juan del Ribero Rada, que debía residir en Oviedo durante la construcción del edificio. Se calculaba que se tardarían unos 3 años, sin embargo, las circunstancias hicieron que se retrasasen incluso décadas.

Juan del Ribero nombró maestro mayor al cantero Diego Vélez, que en 1584 es acusado de vender material de la construcción. El pleito ocasionó más retrasos en la obra. Tuvo que volver a ocupar el puesto de maestro mayor Juan del Ribero hasta 1600, fecha en la que falleció. Le siguieron varios maestros, entre ellos Domingo de Mortera.

Pero no sólo hubo problemas con los arquitectos, sino también con los herederos del fundador. Juan de Osorio, hijo ilegítimo de Valdés, consideró oportuno realizar varios cambios en las trazas, que ya estaban construidas en parte.

La planimetría que había trazado Rodrigo Gil de Hontañón era la típica para los edificios de enseñanza: una planta cuadrada, de cuatro crujías entorno a un patio central. Los lados más importantes serían el norte y el este, en los que se situaban las salas más importantes: la capilla, la sacristía y el coro alto, además de la escalera, que conducía al primer piso construido únicamente en estas dos crujías.




La planta baja disponía de al menos 8 aulas y daba al patio por medio de arquerías de medio punto sobre columnas dóricas con basa toscana. El patio servía de zona de tránsito y descanso de los estudiantes, contando en el centro con un pozo para la limpieza de este espacio.

El piso superior de las crujías norte y este tenía previstas columnas dóricas también, de acuerdo a las premisas de la época. La única decoración sería la estructural propia de la arquitectura, sin embargo finalmente en el piso superior se dispusieron columnas con capitel jónico.

Las trazas originales disponían dos entradas al edificio: la principal, como hoy día, por la Calle San Francisco y la secundaria estaría en el lado opuesto. No obstante el plano se modificó, añadiendo otro acceso por la calle Ramón y Cajal, y otro en el muro oeste.

La portada principal está situada en el centro de la fachada norte, interrumpiendo la sobriedad de la decoración del muro. Se trata de una estructura adintelada que separa dos pisos. El inferior, se abre en una gran puerta flanqueada por dos columnas estriadas sobre plinto moldurado y cajeado. Sustentan el entablamento, que a su vez reproduce un friso con triglifos con las 7 gotas del canon griego debajo, alternados con las metopas, que reproducen rosetas. Sobre el entablamento, el segundo piso, que cuenta con un vano central flanqueado por los escudos de la familia Valdés Salas, con el capelo arzobispal. Sobre el vano, un frontón curvo que acoge la figura del fundador, y sobre él, a los lados, dos figuras desnudas que podrían ser representaciones de las virtudes de Valdés.



Esta portada recuerda, sobre todo en el tramo escudo-vano-escudo, a la fachada del antiguo Colegio de San pelayo de Salamanca, fundado por Valdés en el que intervino Rodrigo Gil de Hontañón en 1556.

No aparecen escudos sólo en la portada principal, sino que también están representados en las esquinas del edificio los escudos de la Universidad. Este escudo toma el apellido Valdés de las tres barras horizontales y los diez roeles, y por corresponderse con el arzobispo, llevan también el capelo y las 4 borlas.

La otra entrada que se ve desde la calle hoy día es la de la antigua calle de la Universidad. Es más modesta puesto que es secundaria, pero presenta el mismo esquema: dos pisos, siendo el inferior el vano de acceso y el superior presenta el vano flanqueado por los escudos y rematado en la parte superior por el busto del fundador.

El exterior del edificio muestra su sobriedad aunque sin despreocuparse del buen trabajo de la sillería. A parte de los escudos de las esquinas, otro elemento que rompe con esa monotonía es el friso de triglifos y rosetas que bordea todo el edificio.

Otro elementos, como la espadaña, fueron modificados posteriormente para adaptar la Universidad a nuevos usos. Pero ya lo iremos viendo en próximas actualizaciones.

Don Fernando de Valdés Salas


Hoy vamos a hablar de Fernando de Valdés Salas, fundador de la Universidad de Oviedo, un personaje que tuvo una importante presencia en el panorama español de su época.

Nació en la Casa de los Salas, sita en la villa asturiana del mismo nombre, el año 1483. Pasó su infancia en el seno de esta familia noble y en su juventud, a pesar de ser conocido por su pasión religiosa, tuvo algunos amores.

Tras solicitar tres veces en vano una beca para estudiar en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid, decidió abandonar esa vocación y mantuvo una relación con una joven de la prestigiosa familia Osorio. Fruto de esta relación nació su hijo, Juan de Osorio, hacia 1510.

Este suceso le debió hacer recapacitar, ya que al año siguiente comenzó a estudiar en el colegio de San Bartolomé de Valladolid. Pronto destacó, llegando a ser nombrado rector del Colegio tan solo 3 años después.

En 1516 pasó al Colegio de San Bartolomé en la Corte del Cardenal Cisneros. Fue en este momento cuando conoció personalmente a Cisneros, al que acompañó hasta su muerte al año siguiente. Sin embargo, siguió sirviendo al siguiente Cardenal, Guillermo de Croy. A partir de este momento su carrera se dispara. Primero fue nombrado canónigo de la colegiata de Alcalá de Henares y luego deán del obispado de Oviedo.

Además, con la coronación de Carlos I, rodeado de su séquito de consejeros y cortesanos extranjeros, el Rey no tuvo más remedio que contar con el servicio de algún personaje autóctono. El curriculum de Fernando de Valdés era el idóneo, por lo que fue nombrado Consejero Real de Carlos I.

Mientras se ocupaba de los asuntos Reales, fue nombrado obispo de Elna, Orense, y en 1532, de Oviedo. Sin embargo, sólo visitó la última diócesis, la de su tierra natal, en una ocasión y no volverá hasta después de su muerte. Desempeñaba por estas fechas además el cargo de Consejero de la Inquisición suprema, al que renuncia para dedicarse al de presidente de la Real Chancillería de Valladolid.

En 1539 alcanzó el cargo de presidente del Consejo de Castilla, época en la que el rey Carlos I estuvo ausente. Valdés aprovechó a conocer al joven príncipe Felipe, al que impresionó con sus conocimientos y su agitada vida. Gracias a esto, el príncipe aconsejó a su padre que Valdés ganara dos importantísimos cargos: por una parte, el de Inquisidor General; y por otra, el de Arzobispo de Sevilla. Y así fue.

Entonces en Europa tenía lugar la lucha entre católicos y protestantes, por lo que en España, Valdés tuvo el papel de frenar la expansión luterana. Apartando su mirada de la brujería y hechicería del entorno rural, como Inquisidor y Consejero Real decidió centrar su atención en las ciudades, donde el protestantismo amenazaba a la política del país.

Pese a su larga vida de éxitos, también en ella hubo algunos problemas. Por ejemplo, tuvo discrepancias con los canónigos de Sevilla, lo que hizo que poco a poco fuera pendiendo credibilidad. En 1566 fue sustituido como Inquisidor General por Diego de Espinosa.

En los últimos años de su vida se dedicó especialmente al planificar la futura Universidad de Oviedo, aunque en principio no lo consiguiera por la oposición del Cabildo y del Ayuntamiento ovetenses. Falleció en 1568 en Madrid, sin haber visto cumplida su voluntad, ya que la Universidad no comenzó a construirse hasta años después, consiguiendo inaugurarse en 1608.

Otro día hablaremos sobre el sepulcro de Fernando de Valdés, en la Colegiata de Salas, que es de Pompeo Leoni, un importante escultor de la Corte. Pero si queréis ir ampliando información por vuestra cuenta os aconsejo el libro de Ignacio Gracia Noriega, El arzobispo Fernando de Valdés: la Mitra, la Universidad y la Hoguera, muy interesante para conocer a este personaje.

Espero que os haya gustado, ¡hasta la próxima actualización!.



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